El escenario laboral en Colombia se encuentra en plena transformación, impulsado por la convergencia entre la inteligencia artificial (IA), la necesidad de culturas organizacionales coherentes y la redefinición de los intangibles que fidelizan al talento humano. De acuerdo con datos presentados por Mercer en el marco del foro Metanoia 2025, el 46% de las organizaciones en el país ya utiliza IA para análisis de datos, el 43% la implementa para decisiones estratégicas, y el 40% la emplea como motor de innovación en productos y servicios.
Esta aceleración en la adopción tecnológica marca un punto de inflexión. Pero el verdadero cambio no se trata solo de eficiencia o automatización, sino de una reconfiguración estructural de las relaciones entre personas, tecnología y propósito organizacional.
“Estamos viviendo el rediseño más profundo del talento humano y la cultura organizacional en décadas”, afirma Adriana González, Presidente de Mercer Colombia, Centroamérica y El Caribe. “La inteligencia artificial se posiciona como el nuevo ADN de las organizaciones, pero su verdadero valor dependerá de cómo se integre en la cultura, se traduzca en esquemas de compensación adaptados a la fuerza laboral y potencie las conexiones intangibles que construyen sentido y pertenencia entre las personas y sus empresas.”
IA: de herramienta a columna vertebral de las organizaciones
Lejos de ser un accesorio tecnológico, la inteligencia artificial es hoy una infraestructura estratégica que atraviesa todas las áreas de las empresas: desde la planeación financiera hasta el bienestar del empleado. Sin embargo, su implementación exige una profunda transformación cultural.
Su verdadero impacto no se limita a la automatización o a la eficiencia operativa. La IA representa una oportunidad histórica para transformar la cultura organizacional, haciéndola más adaptable, ágil y centrada en lo humano. En un contexto donde el 75% de las empresas reconoce que hay una brecha entre la cultura que promueven y la que realmente se vive, la IA puede actuar como catalizador del cambio: permite escuchar mejor al talento, medir con precisión las experiencias internas y alinear la visión con la práctica.
Sin embargo, su implementación debe ser estratégica, ética y consciente. No basta con incorporar herramientas: es fundamental que la IA se integre con propósito, que esté al servicio de la experiencia del colaborador y que fortalezca los valores que sustentan a la organización. Cuando esto se logra, la IA deja de ser solo tecnología y se convierte en una verdadera ventaja competitiva y cultural.
Compensación adaptativa: precisión, equidad y propósito
En este nuevo panorama laboral, la forma en que las organizaciones recompensan a sus colaboradores también está siendo transformada. La compensación adaptativa se consolida como una estrategia que responde a una fuerza laboral más exigente, diversa y orientada al propósito. Se trata de un enfoque que reconoce no solo el cargo o la jerarquía, sino las habilidades, contribuciones medidas en resultados y desempeño y necesidades particulares de cada persona.
En este terreno, los datos revelan tanto avances como desafíos:
- Solo el 12% de los líderes se siente cómodo hablando de equidad salarial, lo que evidencia una gran barrera cultural.
- Apenas el 39% de las empresas utiliza IA para tomar decisiones de remuneración, a pesar del potencial para reducir sesgos y aumentar la objetividad.
- El 92% de los líderes está migrando hacia modelos de compensación basados en habilidades, y el 41% revisa la relación entre desempeño y pago, buscando mayor coherencia entre esfuerzo y retribución.
La IA juega un papel clave aquí, porque permite crear esquemas personalizados, transparentes y dinámicos que se ajusten en tiempo real a las características de cada colaborador. Además, contribuye a construir confianza, un activo organizacional cada vez más difícil de lograr.
Intangibles: lo que ninguna máquina puede reemplazar
Si bien la inteligencia artificial está redefiniendo múltiples dimensiones del trabajo, hay algo que sigue siendo exclusivo del ser humano: los intangibles emocionales y culturales que alimentan la motivación, el compromiso y la lealtad. Hoy, los colaboradores no solo quieren buenos salarios o beneficios tradicionales: buscan experiencias laborales que tengan sentido, que respeten su individualidad y que promuevan el bienestar en todas sus formas.
Entre los factores más valorados están:
- Propósito y autenticidad: Las personas quieren sentirse parte de algo más grande, y eso requiere coherencia entre lo que la empresa dice y hace.
- Equidad y personalización: El trato justo y el reconocimiento a las diferencias personales son clave para construir pertenencia.
- Salud mental y bienestar integral: Un 46% de los empleados en Colombia preferiría bienestar antes que un aumento salarial, pero solo el 14,6% de las empresas tiene un plan estructurado en esta área.
Además, la escasa atención a temas como la diversidad, la inclusión y el apoyo a cuidadores (apenas el 4% de las empresas lo ofrece) revela una desconexión entre lo que las personas esperan y lo que las organizaciones realmente entregan.
La inteligencia artificial puede ser una gran aliada para personalizar experiencias, anticipar necesidades y mejorar la escucha organizacional. Pero los vínculos humanos —la confianza, el sentido de propósito, la identidad compartida— siguen siendo irremplazables. Ningún algoritmo puede replicar la emoción de sentirse visto, valorado y comprendido.
Por eso, el verdadero reto no es si las empresas adoptan IA, sino si logran combinar su poder con lo más valioso de lo humano. Las organizaciones que lo logren estarán mejor preparadas para construir entornos laborales sólidos, sostenibles y emocionalmente significativos.
El nuevo contrato del talento: visión, datos y humanidad
El Foro Metanoia 2025 plantea una nueva hoja de ruta para las organizaciones colombianas: integrar la IA no solo como tecnología, sino como un ADN de la cultura organizacional. Esto implica romper con viejos paradigmas jerárquicos, empoderar al talento desde sus habilidades, y ofrecer experiencias laborales profundamente personalizadas.
La propuesta no es implementar tecnología por moda, sino construir una nueva narrativa del trabajo, donde la innovación, la equidad y el sentido humano conviven en equilibrio. Un entorno en el que el talento no se retiene por imposición, sino por conexión y coherencia.
“Las empresas que entiendan este nuevo contrato del talento serán las que lideren el futuro del trabajo. Porque al final, la tecnología puede hacer mucho, pero el propósito es lo que da dirección”, concluye Adriana González, Presidente de Mercer Colombia, Centroamérica y Caribe.
La inteligencia artificial (IA) ya no es solo una herramienta tecnológica, sino una infraestructura estratégica que impulsa la transformación cultural de las organizaciones, permitiendo decisiones más humanas, personalización en la experiencia del empleado y alineación y coherencia entre el propósito y la cultura empresarial.