No es un mito que los centros de datos, estos repositorios físicos de aplicaciones e información que usamos todos los días, tienen un alto costo ambiental. Estos dependen de grandes cantidades de energía y agua. Con la migración a la nube de muchos de estos servidores y centros de datos, muchos fabricantes están empezando a implementar prácticas sostenibles.
“La huella de carbono de los centros de datos se mide por tres variables: consumo de electricidad (para hacer funcionar los servidores), consumo de agua (para enfriar los servidores) y la vida útil del equipo (que afecta la frecuencia de los reemplazos). Con el objetivo de reducir los impactos ambientales, actualmente existe una tendencia llamada Green Cloud, además de incentivar un uso eficiente de la energía, promueve usos renovables de esta y se concentra en la reducción de gases efecto invernadero. Una práctica que fomenta la innovación y la eficiencia de las organizaciones entendiendo que, si adoptan este enfoque, serán más rentables a largo plazo”, apunta Daniel Niño, Gerente Senior de Conectividad, Colaboración y Datacenter de Axity.
Una meta que compañías como Google entre otras, ya han adoptado con resultados más que satisfactorios, al haber reducido su huella de carbono casi al 100%. De hecho, según el Monitor de Desechos Electrónicos Globales, solo en un año se pueden generar 53.6 toneladas métricas de residuos de este tipo a nivel mundial. De ese total, Latinoamérica emite 13.1 toneladas métricas.
Un escenario que, según Niño, puede crecer exponencialmente en el mediano plazo entendiendo que la vida útil de un servidor es entre tres y cinco años (máximo). “Algunas compañías están implementando programas de economía circular para reutilizar servidores. Una práctica que sin duda se puede replicar en compañías colombianas”.
Cómo aplicar prácticas sostenibles en la nube
La inteligencia artificial tiene una relación directa con los sistemas de cloud. Estos vastos modelos de lenguaje están alojados en plataformas de nube y por ende incrementan el consumo de energía. De hecho, según la Universidad de Massachusetts Amherst, las emisiones de CO2 provocadas por el funcionamiento de AI casi que sixtuplican la cantidad de emisiones que produce una persona en un año o un pasajero en un vuelo de Bogotá a Toronto.
En esta realidad, la nube enfrenta tres retos particulares de cara al medio ambiente. Por un lado, tenemos el de optimizar el uso de energía. “La totalidad de centros de datos, necesitan importantes cantidades de este recurso para su funcionamiento, la iluminación y la refrigeración, lo cual aumenta la huella ambiental considerablemente”.
Esto va atado también al segundo reto, que tiene que ver con las fuentes de energía. Las emisiones de carbono aumentan notablemente también si la energía usada proviene del uso de combustibles fósiles y no de energías renovables. Asimismo, otro reto es la eficiencia del agua. “Muchos centros de datos que sustentan la nube usan gran cantidad de agua para el enfriamiento de sus servidores”, explica Niño.
Para dar respuesta a estas problemáticas, ya se han planteado y puesto en marcha prácticas sostenibles que se han realizado en torno a la nube:
- Integración de energías renovables: El uso de fuentes de energía limpia, como la solar y la eólica, para alimentar los centros de datos es fundamental. Ejemplos como los paneles solares y los proyectos de energía nuclear de empresas como Microsoft son pioneros en este sentido.
- La optimización del consumo energético en todos los procesos: Desde la refrigeración de servidores hasta la iluminación, es un proceso esencial. La implementación de sistemas de refrigeración eficientes, el uso de luces LED y la reducción de servidores por aplicación son clave. “En este escenario, el uso de datos para estudiar el uso de la nube según horas o períodos puede dar luces sobre cómo optimizar el consumo energético en distintos momentos del día”.
- Uso de materiales sostenibles: La construcción de centros de datos con materiales ecológicos y el diseño de infraestructuras energéticamente eficientes contribuyen a minimizar el impacto ambiental.
¿Cómo influye esto al usuario final?
Todas las prácticas sostenibles en la nube tienen un impacto significativo en el medio ambiente. Sin embargo, muchas organizaciones al no poder cuantificar o proyectar las inversiones, tienden a considerar estas iniciativas como un simple gasto que incrementa el valor de la operación.
“La inversión en sostenibilidad se traduce en beneficios a largo plazo. Con el tiempo, las prácticas sostenibles no solo contribuyen a la preservación del medio ambiente, sino que también generan ahorros y mejoras en la eficiencia operativa, demostrando que adoptar un enfoque sostenible es, en última instancia, una decisión financiera inteligente” completa Niño.
Además, los consumidores o clientes finales cada vez simpatizan más con marcas que adopten la sostenibilidad en su modelo de operaciones. Esto puede suponer una mejoría en tiempos de carga y en eficiencia “ya que la sostenibilidad es sinónimo de últimas tecnologías, lo que también ayudará a empresas que están en procesos de migración a la nube”.
Asimismo, algunas acciones en pro de la sostenibilidad involucran el trabajo con comunidades locales. Esto consolida una mejor reputación de la compañía y la hace atractiva como empleadora para futuras generaciones.
Para el experto de Axity, es vital que las compañías acudan a aliados tecnológicos que estén al tanto de las tendencias eficientes y sostenibles. “Como consultora y con ayuda de nuestros aliados, hemos logrado que organizaciones de distintos sectores optimicen el uso de sus data centers y se incorporen a la nube. Siempre acudiendo a prácticas que optimizan la operación y que al final son sostenibles de acuerdo con las mejores prácticas y estándares internacionales”. En ese sentido, la modernización tecnológica no es posible sin una estrategia alineada con el medio ambiente.